martes, 20 de enero de 2009

3 meses después

Habían pasado ya tres meses desde aquel altercado y mi mente solo podía ahogarse entre miedo y angustia. A pesar de eso, la forma de matar de Rex se estaba conviertiendo en mi regocijo personal.
¿Bien? ¿Mal? ¿Quién era yo para juzgar?
Él cuida de mí, me da seguridad. Bueno, eso no es cierto del todo. Rex me hace daño, deja que otras personas me hieran, también. ¿Todo lo que tengo? Y lo que tendré. No cambiaría nada por otra cosa que no fuera su cálida sonrisa y sus abrazos paternales.
Jamás me ha tocado. Sí, estoy molesta por ello. Jamás me ha puesto la mano encima sin un propósito que no fuera el de cuidar de mí. Me enfada. Parece que solo soy para él un bonito regalo que exhibe y deja tocar a todo el mundo. Y yo, ¿qué? Yo no decido, mi cuerpo ya no me pertenece.
Al principio él siempre estaba conmigo, vigilaba algunos golpes inesperados o algún intento de salirse del “contrato”. Porque yo soy eso, solo un objeto que él usa. Ahora lo entiendo, no hacía falta buscar más lejos. Él me explica con calma, me enseña cómo comportarme. Quiere que yo los convenza, que los manipule, que les haga chantaje. Pero, ¿con qué demonios voy a negociar yo si solo soy una niña de campo? Creo que ya se entiende, ¿no?
Me siento sucia, humillada, maltratada algunas veces. Pero siempre la misma sonrisa y los mismos cuidados. ¿Qué debería hacer yo? ¿Negarme? Recibiría más golpes. ¿Rebelarme? Me mataría. Sí, lo haría. Tiene piedad con pocas personas, aunque lo cierto es que hay poca gente que la merezca. Son cobardes, chillan como cerdos. Yo no chillaría, me dejaría hacer. Quizá así tendría un poco de piedad, quizá así solo me mataría…un poco. Aunque… ¿Se puede morir solo un poco? Si él no me hablase sé que yo moriría un poco, despacio, pero un poco cada día al fin y al cabo.
Extraño a mi madre. Sus golpes eran más severos, pero su piedad infinita. Le desagradaban mis llantos. Ahora estaría orgullosa de mí. Temo mucho decir la palabra que me define perfectamente. Más bien temo su significado. No me gusta lo que soy, en lo que me ha convertido Rex. ¿Moralidad? No sé qué es eso, no llego a comprender qué hay de malo en lo que hago. Sería más agradable si fueran sus manos las que me tocaran… También las que me acariciaran y maltrataran. Parece que no le gusto. Dice que soy bonita, inocente pero bonita. ¿Por qué no le gusto a él? ¿Es que hago alguna cosa mal? Quiero ayudarle a hacer lo que demonios esté haciendo. Ellos no son tan feos y horribles si cierro los ojos, ni huelen tan mal si pienso en manzanilla recién hecha, ni me hacen tanto daño si imagino que es Rex quien me lo hace.
¿Será esto amor? ¿Será una simple adicción? Él me ha hablado sobre ellas. Son dulces al principio, hasta que te atrapan y te consumen si no las alimentas a tiempo. Él dice que las probaré, que más adelante me gustarán, que le pediré más. Pero me harán más daño, ¿verdad? Me querrán matar como quiere hacerlo él cuando hago algo mal. “Dulces al principio”. Quizá si merezca la pena. Haré lo que él me diga, diré lo que él me enseñe. Se lo merece, merece mi adoración por encima de todo. ¿Me concederá finalmente un descanso? ¿Podré ser la madre de sus hijos algún día? ¿Seré digna de que me quiera solo un poco? Por supuesto él no sería tan vulgar como yo. Su aprecio será más puro y sin interferencias, si es que algún día lo hay.
Quiero sus besos, los deseo. No quiero ser una puta, ni barata ni de lujo. Quiero una familia. Quisiera, sí, por supuesto, siempre “quisiera”. Yo no puedo querer, no puedo sentir. Al fin y al cabo, soy solo una niña a la que se le enseñó a ser mujer.

3 comentarios:

.Filthy Victoria. dijo...

Es maravilloso (L).
Gracias por seguir subiendo ^^.
Te quiero mucho, sis.

.Isthar. dijo...

Quiero que actualices y te odio porque no lo haces.
¡Y porque no me dejas leer MD lng!
(K)Te queru

Esther dijo...

Ya no sé absolutamente nada de ti, pero te echo de menos.
Muchísimo.